Correr Definitivamente no es de Cobardes

Correr Definitivamente no es de Cobardes

13 noviembre 2008

Kilómetro 1

Creo que fue en el MAPOMA de hace 2 años cuando distribuyeron un libro titulado « 42 reflexiones y 195metros», cuyo autor Javier Serrano no pretende decirnos cómo preparar un Maratón, ni cómo correr más rápido, ni nada parecido. Trata de los pensamientos, anécdotas y situaciones que a todos los corredores populares nos ocurren de vez en cuando, del rayito de sol que esperamos para salir a correr, del viento que va siempre en sentido contrario al nuestro, de las cuestas, de los perros que se nos cruzan,…

Así que con el consentimiento de su autor, vamos a ir reproduciendo los capítulos del libro. Y ya nos diréis si no es tal cual….

Hace fresco y estoy nervioso. ¿Se puede saber qué hago aquí? No es el mejor momento para pensarlo, así que trato de poner mi mente en blanco. Doy saltitos sobre mi sitio para entrar en calor mientas espero la hora de la salida. Preferiría trotar, seguro que me tranquilizaría, pero estamos como sardinas en lata: 10.000 tíos estrujados, en pantalón corto y con camiseta de tirantes a las 9 de la mañana de un domingo cualquiera.

El ambiente es bueno, la gente ríe, grita, salta, aplaude….Todos compartimos el mismo hormigueo en el estómago y estamos deseando que nos suelten, que se dé el pistoletazo de salida. Tampoco el olorcillo a densidad que desprendemos ahí hacinados invita a permanecer en ese lugar mucho más tiempo.

¡Pimba! Suena el tiro que indica el comienzo de la prueba. Seguramente los corredores que se han situado en las primeras filas habrán salido zumbando. Los que estamos por detrás fingimos que corremos: hacemos el ademán, pero entre tanta gente sólo podemos mover las piernas con pasitos muy cortos, y esperar entre pisotones a que la pista se despeje.
A los 200 metros resuenan los gritos del primer optimista: “Ya llevamos la mitad!! Si tenemos que correr 42 kilómetros y 195 metros, los 195 metros ya los hemos hecho. ¡Sólo nos falta lo otro!”.

REFLEXIÓN 1

Hay quien dice que éste es el momento en el que comienza la aventura. Pero no. En realidad éste es el principio del fin. La aventura comenzó hace meses, el día que decidí – supongo que bajo los efectos de algún desajuste neuronal – que hoy tomaría la salida. Desde entonces han pasado tres meses, 60 entrenamientos, 900 kilómetros, cerca de medio millón de zancadas.
En este tiempo, he entrenado muchas veces con frío y lluvia, y otras sometido a un calor sofocante. Muy pocas veces se entrena en las condiciones ideales. ¿Existen las condiciones ideales? Si no es el frío, es el calor; y si no el viento; o la lluvia. Correr no es una actividad placentera, exige sufrimiento, y por eso el corredor de fondo es tan tiquismiquis con las condiciones externas.

Recuerdo cuando mi hermano me decía: “Hoy he entrenado por un circuito horrible: era todo el rato cuesta arriba y el viento iba cambiando en cada curva para darme siempre de frente.” No es que los corredores seamos idiotas: sabemos perfectamente que es imposible que un circuito sea todo el rato cuesta arriba y que el viento cambie para darnos siempre de cara; simplemente somos victimas de nuestras sensaciones subjetivas.

Es increíble. No hemos llegado al kilómetro 1 y ya voy adelantando a gente que se ha puesto a andar.

- “Pero bueno - le digo a uno – si acabamos de empezar!”.
- ¡Bah! Me dan cinco horas para terminar. ¿Para qué quiero ir más deprisa, si de todas maneras no voy a ganar?

En los primeros compases, todos empezamos a ajustar el ritmo. Como muchos van en grupo y hablan a voces, animan el cotarro.

- Así vamos bien
- De momento sí, ya veremos luego.
- ¿Luego?¿Qué pasa luego? Tú siempre tan negativo
- No soy negativo, soy prudente; sólo digo que hay que ir con cuidado y con calma.


KILÓMETRO 1

- ¿Ves, Pepe? Ya llevamos 1 Kilómetro y ni nos hemos enterado. ¡Pues 42 como éste y ya está!
- ¡Sí, claro! Eso me lo cuentas cuando lleguemos al 30

REFLEXIÓN 2

Visto así, no parece tanto: si hemos hecho un kilómetro en un pispás, se trata de ir uno a uno tranquilamente hasta el 42. Suena bien. Pero no es así. El primer kilómetro es muy suave, se disfruta mucho, pero no hay que olvidar en ningún momento que la maratón es una prueba larga, de resistencia. Lo dice la propia palabra: el adjetivo maratoniano no sólo se aplica al corredor de maratón, sino a cualquier acto que resulte “agotador”, de duración anormalmente larga. Por eso no conviene subestimar la carrera. Al contrario: hay que respetarla mucho y las buenas sensaciones que se tienen al comienzo no son más que eso: sensaciones.
La preparación física es básica para enfrentarse a una prueba de estas características, pero también es fundamental tener la cabeza bien amueblada, estar preparado psicológicamente. Cualquier euforia descontrolada en los primeros kilómetros puede llevar a marcar un ritmo superior al adecuado. Y eso se paga muy caro después.

Sólo llevo 1 Km, me queda un mundo y mi única preocupación de momento es no descontrolarme. Un paso detrás de otro, a ritmo suave. Tampoco debo pensar en lo que me queda: éste es un reto que se consigue a base de pequeños objetivos, ir Km a Km sin que la mente se obsesione con la meta. A estas alturas, pensar en el final de la carrera sólo genera frustración: tengo más de 40 Km por delante y, dicho así, suena durísimo. Es mejor distraerse con lo que ocurre alrededor, hablar con otros corredores, fijarse en las calles, en la gente…Hay que disfrutar ese placer subjetivo que es correr por las calles de una gran ciudad.


(...Continuará)

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