“Escribe algo”, me dicen mis seguidores más fieles, “Escribe algo”.
“Pero, qué puedo escribir? Si no estoy entrenando, si no me he recuperado”.
Aunque cierto es que quieta tampoco estoy. No puedo.
Los dolores siguen ahí, como parásitos alojados en mi pie derecho, desplazándose de una zona a otra para desconcertarme; tan pronto parece que mejoro como enseguida tengo la sensación de que no va a menos. Tengo la sensación de dar 1 paso hacia delante y retroceder 2. Pero lejos del mal estado anímico por el que atravesé hace un par de semanas, al menos he despertado a la cruda realidad: “sí, estoy jodida, qué le voy a hacer, pero tengo y quiero recuperarme”.
Fácil me parece el tópico de “hay cosas peores”. Cierto. Pero cada uno en su mundo, en lo que le ha tocado vivir engrandece cada situación por la que atraviesa. Si no todos viviríamos la misma vida, con los mismos problemas y las mismas alegrías.
Así que, desde mi mundo, para mí esto es una gran … putada, qué le vamos a hacer? Aceptado ya.
¿Qué estoy haciendo para recuperarme?:
Nuevas plantillas de descarga que me están haciendo cambiar totalmente la pisada, así que imaginaos los dolores varios (tobillo, rodilla). Corro un día sí, otro no y saco el máximo partido al gimnasio: clases de ciclo, que me están viniendo bien para fortalecer los cuádriceps (muy importante cuando la rodilla también te da algún que otro toque de atención), interminables horas de elíptica y natación. Nadar me está ayudando no sólo a no perder forma sino que con el agua y el movimiento de patada me genera un efecto de masaje que relaja la musculatura del pie.
Además me coloco lastres en los tobillos para hacer ejercicios que refuercen la musculatura que rodea la rodilla. Ya sabéis, sentados, con la pierna estirada y haciendo movimientos verticales, círculos,… Y estirar la zona colocándome de rodillas, sentada sobre los talones y echando el cuerpo hacia atrás.
Qué más? Hielo todas las noches y por recomendación de Fran Torralba estoy tomando sales de rexorubia, que ayudan a la fijación del calcio y que esperemos aceleren la cicatrización de la fisura interna del pie.
Así que, inmersa en mi mundo y mis cuidados, ayer me sorprendí a mi misma cuando
Pepe, mi entrenador y amigo, me dijo: “
Ya no nos queda nada para Chicago” …. “
Cierto”, le contesté sin pensar. Al colgar me dí cuenta que sólo nos quedan 2 semanas para irnos de viaje, 2 semanas con multitud de cosas que hacer y organizar para que el viaje salga mejor. No tengo esa ilusión, me falta la motivación del maratón. Me cuesta imaginarme levantandome el domingo 11 de Octubre en la habitación del hotel en Chicago y no vestirme para ir a correr; ni siquiera sé si podré acompañar unos km a Fran y a Luis, que a día de hoy es mi objetivo más real.