Ayer, último domingo de Abril, como viene
siendo un clásico en Madrid, se celebró su Maratón. A pesar que llevo corriendo
maratones unos añitos (tampoco demasiados pero sí algunos), nunca me había atrevido a correr
Madrid por lo que había oído de él. Hoy, el día después de correrlo, puedo decir
con rotundidad que POCO es lo que dicen, hasta que no lo compruebas en tus
propias chichas. Es sin lugar a dudas el maratón más duro que he corrido nunca.
Los partes meteorológicos venían avisándonos
desde hacía días. Reconozco que fui algo escéptica, y es que el mismo miércolespaseaba por Madrid en manga corta, cómo iba a pensar que se produciría este
cambio tan radical? El viernes caían las primeras gotas y el sábado el viento
ya hizo acto de presencia. En definitiva que el domingo amaneció algo nublado,
aunque de esos cielos que sabes no dejarán lluvia, bastante frío y con rachas de
viento. Es lo que había, tampoco se podía hacer mucho. En carrera salvo el
viento, el frío apenas me molestó, salvo ya en meta donde me quedé hipotérmica.
De previa poco os voy a contar. Semana de
auténtico relax en cuanto a entrenos, bajando km hasta en más de un 70%. Masajes, hidratación y
mimos fueron mi día a día. Creo que nunca me lo había tomado tan en serio y tan
a rajatabla como en esta ocasión. Me acerqué por Expodepor los tres días de la
Feria porque tenía que ver amigos pero apenas unas horitas cada día.
El domingo me levanté a las 6 para desayunar -
3h antes de la carrera -. Mi desayuno el día del maratón es bastante contundente:
papilla infantil líquida con avena. Es lo que tomo siempre y me va bastante
bien, porque lo asimilo sin problema y no llego con hambre a la salida. Por supuesto
sin olvidarme del omeprazol, para proteger al estómago de los geles y demás en
carrera.
Me duché y comencé con mi rutina. Apósitos
donde habitualmente salen ampollas, bien de vaselina por los pies, cuidando extenderla
también entre los deditos. Te colocas bien los calcetines, las medias de
compresión (aunque las dejo bajadas sobre los tobillos y me las coloco bien
luego), el top, más cremita en la zona del pulsómetro….ya sabéis.
A las 8 estaba ya en Colón con mis compañeros
del Clínicas Menorca con un estado de nervios que pa qué. Calenté apenas 5min y me puse de corto. Fuimos al cajón de
salida, afortunadamente saliamos todos juntos desde el primer cajón.
A correr. Sólo los 300 primeros metros me costó
poder correr bien por la gente, luego sin problemas menos algunas curvas que
eran más bien cerradas, sobre todo al principio que hay más mogollón y estamos
menos espaciados.
Los primeros 5km hasta Pza. Castilla, subida
interminable; no conseguí ir a ritmo, no encontraba sensaciones y no quería
forzar que me esperaban aún muchos km. Así que preferí aguantar, llegar al km 5
y ver si me iba metiendo en carrera, Se me cargó el gemelo izquierdo para variar
y pensé que si no empezaba una maratón con algún dolorcillo…malo!!
En cuanto giramos en Pza. Castilla y comenzamos
a bajar fui encontrándome mejor, pudiendo ir
a ritmo, aunque ya fui viendo que con tanto sube—baja, las 3h20 eran
mucho pedir. Del 6.5 al 7.5 me parecieron
una broma bastante pesada, subir por Paseo Habana y luego volver a girar y subir
de nuevo por Pío XII. Así llegaron los km de toboganes por Velazquez y Joaquín
Costa, que los conseguí enfilar bastante bien.
Km 12 y llegamos a la zona de Nuevos
Ministerios, y aunque zona complicada también, la multitud de gente te lleva en
volandas. Llegas a Sta. Engracia, giras y corres unos 500m por Bravo Murillo
para enfilar ahora ya en bajada Islas Filipinas, Guzmán el Bueno y Alberto
Aguilera. Llegando a Fuencarral donde nos despedimos de los que iban a correr
sólo Media Maratón.
El barrio de Chueca vibraba con la gente, nos
hicieron pasillo…impresionante!. Veo a mi padre y me da un gel que abro y del que tomo
algo más de la mitad.Giramos por Gran Vía y bajamos por Preciados para llegar a
Sol. Sin duda punto neurálgico en cuanto a público. Damos la vuelta a la plaza
y nos metemos por Mayor que pica en su primer tramo y luego baja para hacernos
girar a la derecha en Bailén y pasar por delante del Palacio de Real. Mucha
gente de nuevo. Es sin duda mi zona favorita del Mapoma. Nos hacen desviarnos
hacia la derecha del puente y veo a lo lejos la multitud que ya se dirige a
Ferraz, a la Media Maratón, aunque claro, antes subida progresiva por Paseo
Rosales.
Justo en la curva de Ferraz me espera mi amigo
serunner, me mira, le sonrío, voy bien y lo primero que le digo es que todo lo
que me habían dicho de Madrid era poco. Bajamos por el Parque del Oeste para
llegar a la Avda. de Valladolid que por el viento se me hizo eterna. Sabía que
mi padre me esperaba en el 25 (portando aún 2 geles más), así que en eso me
centré para que se me pasara lo más ameno posible. En P.Pío la cantidad de
gente también impresionante. Le digo a Serunner que tiene que estar mi padre y
que en cuanto le vea me abran uno de los geles. Pero entramos en la casa de
campo y no le vimos. Así que echo mano al bolsillo de la malla y saco el gel
que llevaba yo, lo abro y me tomo la mitad, se lo doy a Serunner que me lo
guarda para mi sorpresa para un par de km después.
El tramo de la casa de campo es duro, muy duro.
La subida rodeando el Lago es un auténtico repechón y las fuerzas ya escasean
algo (a la espera del efecto del gel), tiro de brazos lo que puedo. Ya arriba,
con el Lago a la izquierda seguimos subiendo por el Paseo de los Plátanos. Es
un tramo eterno porque subes y subes y no ves la curva en la que volver para
salir de la casa de campo. Km 27.5 y están dando geles de PowerBar. Le digo a
Serunner que coja uno por si no conseguimos ver a mi padre y pudiera
necesitarlo. El gel parece hacer efecto y me tomo además el resto del que me
había guardado. Justo al principio del cuestón con el que dejamos atrás la casa
de campo está mi padre, me ve la cara y serunner le dice que no pregunte, que la
niña está pasado un tramo complicado de fuerzas. Aún así aprieto los dientes y
subo la cuesta con fuerza, incluso consigo quitarme la zona “tan rollo” de San
Isidro habiendo superado el medio-bache de fuerzas.
Sin embargo en la zona de la Virgen del Puerto ya no volvía a ir
fresca (Km 35) y la subida por la calle Segovia termina de rematarme. Serunner
me dice:”Si yo llevo los cuádriceps super cargados, ni imagino cómo debes
tenerlos tú”. Para mi sorpresa no son los cuádriceps lo que me duele sino los glúteos.
El resto de km un auténtica lucha por seguir
avanzando, Paseo Imperial, Paseo Acacias, Embajadores….sólo quería ver el Reina
Sofía para saber que ya estaba en Atocha. Hasta Atocha se te hace larga hasta que
enfilas Alfonso XII. Suerte tuve que no me percaté del km.39 con lo que
esperándole vi el km. 40 y me sobrevino una tremenda sensación de confort. La
subida hasta el Retiro se sube sola por la cantidad de gente que está ahí,
animando, aplaudiendo, gritando…llegas a la Pta. de O’Donnell y giras para entrar en el Retiro. Ya estás en
casa, me dice mi padre. No me queda nada. Y de repente oigo un grito desgarrador
a mi izquierda….”Ya está Tata, ya está”, giro la cabeza y veo a mi hermano y a
mi madre. Las lágrimas hacen un intento de aparecer y es mi padre quien me
limpia la lágrima bajo las gafas.Es esta escena la que tengo guardada a fuego
en mi mente, es eta escena la que hizo recordarme porque quería correr el
Maratón de Madrid. Y esto fue lo que me dió alas para llegar bien a meta.
Fue pisar la primera alfombrilla, pararme y
abrazarme a mi padre y serunner. Los sentimientos y emociones que se me pasaron
en ese momento por la cabeza fueron miles. Pero lo había vuelto a hacer, y esta
vez al maratón más duro que he corrido nunca.