De lo mucho que me ha dado este deporte son grandes amigos...
Cuando decidí preparar la San Silvestre allá por el mes de agosto, nunca pensé que su final iba a ser tan agónico, y tan injusto para mí. Siempre he corrido la versión Internacional, pero en esta ocasión, y después de mucho tiempo lesionado, quise darme una oportunidad en la Popular. Fue mi entrenador, Arturo Martín, quien me animó a ello, aunque yo era reacio. Cuando me hablaron de disputar un podium, lo veía lejano. Lejano...para unos tiempos en los que a penas podía andar sin dolores. A lo largo de más de estos 20 años de atletismo siempre he luchado por los sueños. Por batir marcas, por alcanzar campeonatos, que mejorarme...por luchar contra los retos.
Aquel día 1 de agosto, en aquel gimnasio de la Blume, me levanté de la colchoneta, y dije: "por qué no?" Por qué no voy a poder subirme a un podium en la San Silvestre?? Y fue entonces, cuando mi motivación dio un giro. No sabía cuando, ni cómo iba a hacerlo, pero ese día, el día 31 de Diciembre, a las 17.30, yo tenía que estar allí, preparado para disputar por vez primera, una San Silvestre Vallecana. Una carrera que veía desde pequeñito cuando mi padre me llevaba a las calles de vallecas a verla. Aquella carrera que tanto me gustaba ver con mi padre, se iba a convertir en mi carrera favorita con los años....
A partir de entonces, sólo tenía una cosa en mente, recuperarme, entrenar duro, y tachar los días en mi calendario. Cada día, cada semana, me levantaba con una sola idea: correr a tope la San Silvestre. Programé un calendario de carreras populares para adaptarme al asfalto (yo no he sido nunca un atleta de ruta...). Cada entrenamiento era tachado de mi calendario. Cada mes, pasaba de largo y a cada momento me sentía más fuerte, más convencido. Tuve mis dudas, pero siempre creí en mí.
El pie respondía, me sentía sano, me sentía fuerte. Los meses pasaron, y llegó Diciembre. este mes ha sido muy especial para mí. Según pasaban los días afinaba más, corría más rápido, era más metódico. El día estaba cerca. Todo aquello que me propuse estaba a punto de suceder. Y finalmente, ese día 31, a esa hora establecida, estaba allí, de pie, dispuesto a cumplir un sueño, una meta que me había propuesto y que llevaba tiempo preparando.
Todo había salido bien: faltaba rematar. Faltaba demostrar, no sólo a la gente que me había estado apoyando, sino a mí mismo, que era capaz de cualquier cosa. Que todo por lo que había luchado podía tener sentido. Podría escribir sobre muchas anécdotas durante la carrera, pero sin duda, de esta San Silvestre, sólo me quedo un recuerdo: el de mi entrada a meta. No fue como la de cualquier otra carrera. Para mí, esta llegada fue especial. No conseguí el podium, pero eso no importa ya... quien me ganó en la última recta también se lo mereció. Sin embargo, de mi derrota en esa inexplicable última recta he podido aprender una cosa sobre mí mismo: la capacidad que he descubierto en mí de luchar hasta el final. No recuerdo nada cuando me desplomé sobre la misma línea de meta, pero sí recuerdo, perfectamente, cómo apretando los dientes, y aún sabiendo que mi sueño es esfumaba a escasos metros, no me dí nunca por vencido. Quise pelear hasta el final, aún sabiendo que no lo lograría, mi rabia de tantos días de sacrificio, de tanto esfuerzo, hizo de mí, un luchador incansable, un aspecto de mí que yo mismo desconocía: Justo en el momento que más lo necesitaba, las fuerzas me abandonaron. Mi cuerpo no respondía: todo aquello por lo que había luchado se había acabado, a 50 metros.... Pero mi mente, mi corazón, seguían vivos. Una pequeña fuerza que se alojaba en mi corazón hizo resistencia. Con los ojos nublados, con la vista perdida, me di cuenta de que había que seguir, daba igual el tiempo, daba igual el puesto ya, sólo sabía que había que seguir...los 50 metros más largos de mi vida estaban a punto de empezar: una nueva carrera daba comienzo. Era la carrera contra mí mismo, contra una agonía que en cualquier otro momento me hubiera hecho bajar los brazos y abandonarme al destino. Pero ese día, aquel 31 de Diciembre, fue diferente.
Por los días de frio. Y de calor. Por los "No puedo quedar hoy" porque tenía que entrenar..y descansar. Por los días de bosque interminables. Por las horas en los gimnasios inagotables...por las horas en una camilla con mi fisio al que tengo que agradecer tanto... por tantos y tantos meses lesionado, preguntandome cuando volvería a correr como yo sabía. Por las noches en vela, preguntandome cuando terminaría ese calvario. Por la gente que me ayudó, por aquellos que me dejaron hundir mi cabeza en sus hombros para llorar desconsolado. Por todo esto y mucho más, tenía que entrar en meta: era mi premio, y fue entonces, en décimas de segundo y pese a estar a punto de desmayarme, cuando comprendí, que mi podium era precisamente éste: llegar a meta.
La foto que un amigo me hizo cuando me ayudaban las asistencias es la foto que elijo como recuerdo de mi san silvestre vallecana 2011. Cuando me preguntan qué siento al ver esta foto, yo respondo: es tesón. Es la fuerza que supe sacar cuando todo estaba perdido. No hice podium, y seguramente hice el peor de los puestos que cualquier atleta puede tener, un cuarto. Pero he ganado muchas más cosas: para mí, esta san silvestre será siempre muy especial, y mucho más inolvidable. He sacado de mí algo que jamás pensé tendría: la capacidad de luchar por mis sueños hasta el final. Cuando me veo en ta tv dando tumbos de lado a lado de la calle, a punto de caer, me da rabia. Pero me sorprendo al mismo tiempo cuando veo a un atleta que peleó incluso estando exhausto. Y sonrío. Y aprieto los puños. Volveré. Sé que volveré. Tengo una cuenta pendiente.
Me gustan los retos. Vivo por ellos. Amo este deporte tanto como vosotros. Y en mi mente, ya tengo otra fecha: el 31 de diciembre de 2012. Y ése será el día, en el que mi destino tenga otro desenlace: mi ansiado podium.
(pongo esta foto porque él sabe porqué)
12 comentarios:
Saber luchar y esforzarse a tope es algo necesario... pero lo pueden hacer bastantes (aunque no todos lo hacen con cabeza).
Ser capaz de exprimir al cuerpo hasta que queda literalmente a cero (o a menos) es imprescindible para poder dar el 100% de lo que llevamos dentro... y no hay tanta gente que sea capaz de hacerlo (no, no es lo mismo llegar a desfallecer que llegar a desfallecer porque se ha conseguido sacar el 100% del cuerpo... hay una diferencia muy grande que no todo el mundo entiende).
Conseguir llegar a ese punto del "no me queda nada dentro" en el día D y la hora H justifica todo el camino que se haya tenido que recorrer, hace prácticamente irrelevante todo lo que pueda estar pasando alrededor y es algo que no tiene precio y que encima se revaloriza según va pasando el tiempo y lo vamos analizando en frío.
Muy emotiva la crónica... como para no motivarse con esas palabras :-D
¡¡¡Enhorabuena!!!
Llevo unos cuantos años corriendo y otros tanto leyendo, pensaba que “emocionarme” con una crónica a estas alturas, cuando ya has vivido y leído tantas, sería complicado, pero hoy ha vuelto a suceder, hoy he vuelto (gracias a tu entrada) a sentir y vivir esa emoción que solo el deporte en general y el running en particular puede darte. Y es que cuando crees que ya nada puede hacerte disfrutar de esta manera, cuando crees que ya has visto, leído o vivido todo, aparece una entrada/crónica como la tuya y todo cambia….. y te vuelves a emocionar…. Y vuelves a sentir…. Y a la vez recuerdas tus pequeños-grandes logros, y tus sacrificios y te das cuenta que si… que merece la pena seguir entrenando, seguir luchando, seguir esforzándote cada día un poco más, por que sentir es vivir y a fin de cuentas a eso hemos venido todos a este mundo a vivir… y si el running nos brinda esta oportunidad… por que desperdiciarla?
Simplemente Enhorabuena y gracias.
Javier.
En esa lucha entramos muchos, emocionante crónica de un Campeón!!!, gracias Rosa.
Enhorabuena por ese cuarto puesto de todas formas! El año que viene a por el podium. Buena crónica. Saludos.
Gracias por la historia, Rosa. Habia visto las imagenes por la Tv.
Una crónica preciosa que refleja el espíritu del auténtico atleta.
¡enhorabuena!
Y feliz año nuevo
Recuerdo perfectamente el pasado día 31 que, normalmente lo paso por la tarde en casa viendo la San Silvestre por la tele pero que este año pasé tomando algo con unos amigos.
Estábamos todos comentando el tema de la Sansil, que si este año era muy cara...que si estaba extremadamente masificada y que era un dia para ir a correr de cachondeo...que si los amiguetes del barrio habían ido a correrla sin dorsal y con pelucas...en fin los típicos comentarios.
Y asi estuvimos todo lo que duró la popular, viendo a la gente con sus disfraces, sus pelucas y por supuesto al que ganó el año pasado siempre en primer lugar y creo que el segundo también quedó el mismo tio que el año pasado...hasta que vimos al chaval este que se desplomó a la llegada esprintando.
Os puedo asegurar que todo el bar (estaba todo el mundo pendiente de la Sansil)se quedó callado cuando se tiró al suelo...y a los pocos segundos todo el mundo murmurando y diciendo que cuando un tio acaba así de correr es porque lo ha dado todo.
Y encima quedó cuarto!!!
Enhorabuena!
Emocionante .. gracias Rosa, es increíble notar lo mucho que nos parecemos todos ... Enhorabuena y a por 2012.
Si leyendo un post de Morath, llegó a minarme la moral, éste la ha reavivado, maravilloso, entrañable y emocionante la manera de describir todas esas sensaciones que más de uno (y de dos ) hemos tenido.
Gracias y Felicidades por tu tesón, ganar es difícil pero llegar así y terminar es mucho más.
Un abrazo
Muy emocionante la estrada, digna de un auténtico luchador y por su gran lucha, ganador. No dudo que si sigue con ese noble espíritu conseguirá lo que se proponga.
Gracias Rosa por compartirla.
Muchísimas GRACIAS a tod@s. Sólo quise expresar y plasmar algo que en el fondo, cualquier atleta, guarda en su interior. Sois los mejores. Gracias Rosa por dejarme escribir esto en tu blog.
Cuando vi al tipo caer después de tambalearse en los últimos metros me puse de pie delante de la tele pensando que no había pasado la linea del chip, joder que angustia.
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