Antes de que me picara el gusanillo del
maratón, de sufrirlo y vivirlo en mis propias carnes, lo disfrutaba de otra
manera que no dejaba de ser un maratón paralelo.
Mi padre lleva corriendo desde hace casi ya más
de 30 años……ufffff- muchos años- y creo lleva cerca de 30 maratones en sus
piernas.
Cuando yo era pequeña, el último domingo de
Abril se vivía con cierta particularidad en mi casa.
A medida que fui creciendo, me iba dando cuenta
de lo que pasaba a mi alrededor. Al principio solo era un día en el que mi
madre hacía todo por y para mi padre. Y mi padre acentuaba aún más su expresión
seria esos días y yo no entendía bien porqué - si no he suspendido ninguna y no he hecho nada nada, me decía -.
Recuerdo como algo super-divertido las carreras
que nos metíamos por el Metro de Madrid, a mi madre con el plano del recorrido
del maratón en una mano y el del metro en otra. Y con una cara de “No llegamos
a verle pasar”. Luego risas, gritos…. Siempre recordaré los abrazos de mis
padres al llegar mi padre a meta. Uffffffffffff…..se me ponen los pelos de
punta!
Con los años, mi madre ya más mayor, mi hermano
más futbolero y yo la única con el gen runnero por las venas hacía verdaderos
maratones por Madrid, metro y no metro, llegando a verle en más de 4 sitios
diferentes e incluso correr con él los últimos km. Fotos ni una porque entre los nervios, gritarle, preguntarle como iba, animarle y decirle lo orgullosa que me sentía, no me daba tiempo para nada más.
Recuerdo el único maratón en el que mi padre se
retiró. Ya salió tocado de abductores y cuando por un punto no pasaba, no
pasaba….preocupada aunque casi sabiendo lo que había ocurrido me volví al
Retiro. Allí estaban mis padres, y cuando mi padre me vió, me abrazó y me dijo:
“Los maratones son muy largos, hija, llegar a la línea de salida es ya una
victoria, no lo olvides”
Vamos que un maratón se puede
vivir de otra manera. Acompañar a un maratoniano es “todo un arte” porque la
semana previa estamos realmente insoportables: nerviosos porque sí, demasiado
estrictos con el tema pasta e hidratación, pastillas, vitaminas, cremitas,
ahora parece me duele aquí, ahora parece me duele allá, que si ayyy que me
constipo, la ropa especial para correr…..hacemos un mundo de todo y no hay
quien nos aguante. Si tu pareja te aguanta esa semana, eso es amor!!
Y luego el día de la carrera…no
es que no duermas tú con los nervios, es que no dejas dormir a nadie. Si no
duermes tú que corres, porqué van a dormir los demas?, así somos. Para escribir
un libro debería ser la rutina que sigue cada uno desde que se levanta hasta
que se sale de casa: desayuno (y no cualquiera), cremitas, tiritas, que no se
te olviden los geles,…..nervios, nervios……..
En carrera ya tú te olvidas de
nada más que no sea correr, levantar rodillas, llevar el ritmo, no acelerarte y
disfrutar. Pero tu familia y amigos son un manojo de nervios, con caras de
estriñidos hasta que no te ven pasar por donde sea se hayan colocado, así que
cuando los veas, si vas mal, disimula.
Creo que terminar un maratón es
una de las experiencias más gratificantes que hay en la vida, y si además
tienes la suerte de que en meta te espere la gente que más quieres es realmente
indescriptible ….cuando me pasó esto en Londres en 2009, solo pensé: “Ahora ya
me puedo morir”
11 comentarios:
Que bien has expresado el lado humano y familiar del Maratón, y lo mejor respecto a tu padre es que con ambos curriculums, ahora el orgullo será mutuo.
Realmente emocionante Rosa, que padre narracion y la admiracion a tu padre, pues como no si es crack. Dale mis felicitaciones primero por ser un gran corredor, y segundo por tener por hija a una gran corredora. Y efectivamente, la semana previa somos un caos pero que le hacemos, somos pasion. Un abrazo. Por cierto, me gusto la frase de tu papá, en definitiva, es um grande.
Lo tuyo es pedigrí, no has sido corredora por generación espontánea. Te tengo envidia por esa educación recibida.
Desde luego correr da muchas cosas (más de las que te quita). Muy buen artículo, así si que da gusto correr si tienes a la familia de apoyo
Ahora ya sabemos de donde viene tu amor a este deporte. Yo he sido muchos años la acompañante y la verdad que es tan estresante como para el que corre, no se como no he perdido la vista de fijarme tanto para poder distinguirlo entre tanta gente y luego que salga la foto perfecta.
Y en las carreras de bici te aseguro que es dificil...
Pero te aseguro que lo disfrutaba...
A ver si tengo suerte, parece que a mi hijo mayor le ha picado el gusanillo de las carreras... Debe ser una sensación única que tus padres te esperen en la llegada de una maratón sabiendo lo que estás haciendo... Sólo comparable con ser tú el que esperas a que llegue tu hijo... :) Gran post, me gusta mucho leer estas reflexiones tan personales...
¡Qué bonito! lo que daría yo por compartir esa experiencia con una de mis hijas ¿quién sabe?
GRANDE Rosita GRAAANDEEEE!!
Un beso.
Rosa genial entrada, desde luego siempre hay que tener una sonrisa hacia esos que nos sufren y nos empujan con su ánimo.
Poder compartir una Maratón en familia tiene que ser una experiencia inolvidable.
Me ha encantado esta entrada. Muchas felicidades a tu padre por tener una hija así.
me ha encantado la frase de tu padre, tiene toda la razón: sólo el poder prepararlo y presentarse con la firme convicción de terminarlo yua es un triunfo.
q bien contado, sobre todo el maratón "del otro lado", no menos sacrificado.
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