San Silvestre I nació en Roma y fue Papa entre 314 y 355, año en que murió. Fue enterrado el 31 de diciembre y en esta fecha se fijó su fiesta, tal y como se recoge en la «Depositio Episcoporum», la lista de fechas de sepultura de los obispos de Roma.
Durante su Pontificado se promulgó el famoso Edicto de Milán, año 313, por el que se finalizaron las persecuciones a la Iglesia por parte del Imperio. También tuvo lugar el Concilio de Nicea, año 325, en el que se fijan el canon definitivo de la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamentos) y el credo cristiano; también en este concilio se condena el arrianismo como una creencia herética.
A San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador que se hizo cristiano, y fue el primer Papa que no muere mártir y el primer santo canonizado sin haber tenido esa condición de mártir. Durante su Pontificado convirtió el antiguo Palacio Laterano, donado por Constantino al Pontífice, en la primera basílica de Roma, llamada San Juan de Letrán. Basílica era el nombre del palacio del «basileus», nombre que recibía en griego el rey o emperador, y que con esta acción de San Silvestre dio paso a un templo cristiano con el mismo nombre aplicado de basílica. También comenzó los trabajos de la basílica de San Pedro. Es protagonista de la famosa «Donatio Constantini», un texto que se demostró falso y según el cual el emperador, arrepentido de sus actos, se postró ante el Papa y le entregó la corona, así como la púrpura y otros signos del poder imperial. San Silvestre no aceptó la corona y se la ciñó nuevamente a Constantino. Esta leyenda sirvió para defender la primacía de Roma frente al Imperio y en general ante el poder temporal. Si ustedes se acercan a Roma es muy recomendada la visita a los frescos de la Capilla de San Silvestre en el monasterio Santi Quattro Coronati, cerca de la piazza San Giovanni. Este monasterio está regido por monjas de clausura de la orden agustiniana, pero pueden visitarse el jardín del claustro interior, uno de los más antiguos de Roma, y la capilla con los frescos que representan los actos de la «Donatio Constantini».
El 31 de diciembre de cada año se realizan, en todo el mundo, multitud de actos que llevan el nombre de San Silvestre. Pero, en realidad, el santo sólo pone su nombre, ya que muchos de ellos ya se realizaban antes de que él fuese enterrado en esa fecha; lo que ocurre es que todos ellos, después, añadieron su nombre. Y es que desde los inicios del Imperio romano, enero estaba dedicado al dios Jano, que era bifronte, es decir, tenía dos rostros, uno de viejo, que miraba al año que desaparecía, y otro de jovencito, que miraba al año nuevo que llegaba. Los romanos se invitaban a comer y realizaban celebraciones de todo tipo para despedir el año viejo y dar la bienvenida al nuevo.
En un principio, la Iglesia trató de erradicar estas costumbres paganas, pero en vista del poco éxito determinó unirse a ellas, pero cristianizándolas. San Silvestre fue el santo que sirvió para tal menester. Quizá la actividad más conocida y extendida actualmente sea la «maratón de San Silvestre».
La prueba, que no es técnicamente una maratón, nació en 1925 en São Paulo, Brasil, de la mano del periodista brasileño Cásper Líbero, inspirado en una carrera francesa de remoto origen y que se corría de noche y portando los corredores teas encendidas. Desde su comienzo la carrera ha sido organizada por la «Gazeta Esportiva» y, aunque en principio se reservaba sólo para atletas brasileños, en 1945 se abrió a la participación de atletas de todas las nacionalidades. En 1975, cuando la ONU instituyó el Año Internacional de la Mujer, se comenzó también la participación femenina, que se realiza conjuntamente con la masculina, aunque con clasificaciones separadas. Desde entonces la prueba se ha ido extendiendo a otros países y hoy prácticamente en todo el mundo se celebran las famosas San Silvestre el día 31 de diciembre.
Pero con el nombre de San Silvestre y en este día son numerosas las actividades. Pruebas de natación al aire libre, como el «baño de San Silvestre» en Tarragona, en la playa que hay junto al puerto deportivo; «conciertos de San Silvestre», como el que suena en Torino todos los 31 de diciembre a las 19.30 horas en el auditorio Giuseppe Verdi, protagonizado por la Orquesta Filarmónica de la ciudad, con piezas de Strauss. En España, el famoso rito de las doce uvas, muy extendido ya a otros países y continentes. Su origen fue en 1909, en el reinado de Alfonso XIII, cuando se produjo una abundante cosecha de uvas que provocó el que los agricultores acudiesen a la Puerta del Sol y regalasen bolsas con racimos a los ciudadanos que se reunían para despedir y recibir el año. Las costumbres culinarias en esta fecha son también muy importantes y arraigadas. Muchas proceden de la época romana, que fue tan importante en la conformación de nuestra cultura actual.
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